21/8/14

Calíope y el mercado del arte

El artista, en nuestra sociedad post pos moderna, pasó a ser un personaje mediático y su supervivencia depende tanto de pulir su imagen, como de mantener una constante en su producción. Debe además, tratar de no ceder su autonomía en un mercado neoliberal, atiborrado de otros pares que desean la misma posición o estatus. Su vida está dedicada a correr de país en país, de ciudad en ciudad para no perder la maratón hacia su propia contemporaneidad. La pregunta entonces es ¿dónde queda la obra arte? Edward Shaw (1) en su texto, “Ser Artista Hoy”, nos señala.

 “…para el artista comprometido las distracciones son infinitas. Si bien es cierto que para aquel generador de obras que lo crea necesario, hacer lobby  es importante, cabe preguntarse cuál es el lugar de la obra generada y su sentido, si es que aún lo posee”

Uno de estos hangares lobistas por excelencia para el artista contemporáneo, son las bienales. Estas nos muestran  una paleta de obras determinadas por su temática globalizada. Son el non plus ultra de un sector del campo operativo del arte.

Podemos nombrar tres bastiones claves para entender el fenómeno y lo que estas representan: Venecia, Estambul y San Pablo. Ellas trabajan y comparten un eje transversal importante; Europa, Eurasia y Latinoamérica, sus posibles discrepancias o concordancias dentro del  devenir sociocultural y geopolítico de los diferentes continentes y cómo estos, influyen e influirán en próximas generaciones del circuito artístico global.

Se presentan como  templos que, al combinar, arte, turismo y política, trascienden las fronteras y se hacen escuchar al otro lado del mundo, como indica Andrea Giunta en su artículo “La era del gran escenario”. Pero toda esta puesta en escena, no sería posible sin la indispensable, sublime y aurea ayuda de los curadores. Una nueva raza de personas que nos hacen pensar que quizás, el artista, la obra y el público, ya no son los protagonistas de este culebrón llamado Arte Contemporáneo.  ¿Son los curadores los nuevos artistas? ¿Son estos los nuevos guionistas del arte?

Citando a Pierre Bourdieu (2), quién en su teoría social invierte la jerarquía de los factores explicativos del poder, podríamos entender cuál es el factor que activa esta balanza.

“Hay que plantearse, no como alguien llegó a ser quien es, sino como dadas su procedencia social y las propiedades socialmente constituidas de las que era tributario, pudo ocupar o producir las posiciones que un Estado determinado del campo ofrecía, y dar así una expresión de las tomas de posición que estaban inscritas en estado potencial en esas posiciones”.

Lo cierto es que, la mayoría de las obras que hoy se presentan dentro del nuevo circuito del Arte Contemporáneo, necesitan de la hermenéutica y los conocimientos que ellos pregonan poseer. Para comprender lo que en ellas subyace, qué representan,  quién es su  artista y el circuito para el que fueron concebidas, necesitamos  de estos chamanes.

Solo queda la duda si, los artistas, son meros sacrificios para Calíope o ésta desapareció junto con el Monte Olimpo y hemos sido abandonados en las manos de un Poseidón furiosamente contemporáneo e iracundo.

Claro está que hoy, ser artista no es suficiente, hay que tener la actitud correcta, la chaqueta adecuada, etc., etc. etc., y una extensa lista de palabras que acerquen al público a la obra procesual, conceptual efímera etc., etc., etc. También queda en evidencia que ese público, como en la antigua Grecia no puede ser cualquiera, hay que tener ciertos atributos para ser parte de él y, no solo una hierática figura del pasado, y si este atributo es el dinero, la alegoría queda completa.

Releyendo estos párrafos, no puedo dejar de sentir el mismo sinsabor por el cual comencé a redactarlos. En este mundo olímpico de templos, deidades y mortales ¿el arte, donde está?

(1) Shaw, Edward. Seminario de Arte de la Universidad Torcuato di Tella, and Edward Shaw. 2000. Ser artista hoy: tercer Seminario de Arte. Buenos Aires: Universidad Torcuato di Tella.

(2)Bourdeieu, Pierre. , 1972, Esquisse d'une theorie de la pratique. Droz. Genève, Paris.

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