8/10/12



Atiende entredormida el telefono. Una voz joven y servicial le comunica que son las 19 hs. Relaja la mano y deja caer el telefono en su sitio, quiere volver al sueño para no perder ningún detalle. Todavía está en el cuarto con tres paredes, las paredes están empapeladas con una textura de espirales, son coloradas y ella sabe que son viejas y conocidas. Hay tres puertas pero no quiere atravesar ninguna. La pared frente a ella es el mar, con olas suaves que se acercan cada vez mas hasta que le mojan los pies. Ella los observa, a veces los ve desnudos, a veces con los zapatos de punta azules de su madre, esos que ella se probaba cuando era chica sabiendose grande. Los ojos se abren sin que ella quiera y la realidad del cuarto de hotel la oprime, otro hotel, otra ciudad, todas iguales desde su cama de hotel, con olor a diseño y colores inodoros. Siente la mente pesada por el calmante que se tomo anoche o hace ya años. Se dá cuenta que es la primera vez que sueña con el mar y sus ojos se agrandan involuntariamente, como todo en ella en los ultimos años es un movimiento involuntario, se da cuenta que está sentada en el borde de la cama mirandose los pies desnudos y se sobresalta. ¿como llegué a sentarme? Se pregunta sin buscar una respuesta. Se mira el pelo revuelto, esa melena rojiza que antes era su trade mark de seducción hoy es solo un problema incontrolable y caro por la constante tintura para cubrir las canas que tanto odia. Una pregunta aparece y se va antes de ser ¿como llegué al baño? El espejo le devuelve otra pregunta pero le da miedo y se sienta en el inodoro.