Una de los problemas principales que encuentro en la
Argentina respecto de la Joyería Contemporánea es la falta de discurso
artístico transversal a la cultura latinoamericana y Argentina, por parte de
los creadores usualmente preocupados por poner a circular sus obras en el
mercado del arte a nivel internacional, sin muchas veces pensar en la obra.
La principal valoración como artista comienza por uno
mismo, no por el otro; este solo refleja la mirada sobre la obra; detrás existe
un mundo de idas y vueltas, aciertos y fracasos (muchos de los segundos que los
primeros) que llevan a un artista a perdurar en el tiempo con una columna
vertebral sólida de trabajo realizado.
Por eso no hago diferencia alguna entre la Joyería
Contemporánea y otras Artes Contemporáneas. Todo lo que se aplica a este
concepto tan difícil de responder y que solo se puede reflexionar, acontece en
la joyería. Ésta puede ser conceptual, efímera, etc., solo hay que tomar estos
elementos para generar una dialéctica entre la obra, el artista y el campo del
arte contemporáneo.
Tenemos los mismos problemas en Argentina que otros
artistas contemporáneos para generar espacios de muestra y educar a un público
todavía virgen de este arte.
En la ciudad de La Plata, a pesar de su cercanía con
C.A.B.A., o quizás por esto mismo, es muy difícil hacer transitar la obra por
espacios municipales o provinciales, debido a la ignorancia o falta de interés
que demuestran los curadores por esta manifestación del A. C., no obstante, y
en mi experiencia, el público platense se acerca a estos eventos a pesar de su
escepticismo.
Algo muy frecuente en esta cadena hierática es la
mirada que tiene la provincia sobre la capital y esta sobre el resto del mundo.
Existe una “personería quasi hereditaria”
dentro de nosotros en la necesidad constante de la aprobación y el cabeceo
afirmativo del afuera, y creo que esto sigue influyendo, como ya dije
anteriormente, en que nos ocupemos más de re-crear que de ser únicos.
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